La Segunda
Dominga

Uno puede entender que, en período electoral, el Gobierno busque a toda costa evitar que Dominga se apruebe durante su administración, dado el potente efecto simbólico que tendría. Pero todos, oficialismo y oposición, tienen más que claro que al Gobierno no le gusta Dominga, y que ha hecho todo lo que está en su poder para dificultar su aprobación. Luego del rechazo ante el TC, lo razonable es que el Ejecutivo deje que las instituciones ambientales funcionen.
Estos esfuerzos desesperados por evitar ‘simbolismos’ están teniendo efectos muy ‘concretos’ en la credibilidad de nuestras instituciones.