Mall en Vitacura:

Es perfectamente razonable que una sociedad decida sacrificar progreso material a cambio de otros bienes. No aprovechamos la extraordinaria madera de los alerces por consideraciones ambientales, y no financiamos los arreglos de La Moneda con publicidad en su fachada por dignidad de Estado.

Podría ser razonable que como sociedad decidiéramos no construir otro mall en Vitacura y sacrificar todos esos nuevos empleos en un momento en que mucho los necesitamos. Pero si a ese veredicto se arriba, debe ser porque los costos son mayores a los beneficios y no por pretextos formales.

La Seremi de Transportes exigió y tramitó una tercera versión del Informe de Mitigación de Impacto Vial, pese a que el proceso solo contempla dos informes. No consultó previamente a los órganos competentes, aprobó esta tercera versión que contenía más medidas de mitigación vial que el anterior, y 16 meses después, cuando ya es mucho lo que ha invertido el titular, la invalidó porque el procedimiento que ella misma condujo infringió algunas reglas procedimentales. Difícil imaginar una aplicación más al callo del refrán aquel del pago de justos por pecadores.

La Seremi enmascara en una leguleyada la discusión de fondo: si acaso es o no socialmente deseable el proyecto. El espacio para sostener esa discusión existe, y se llama Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental. Esa es la sede de la participación ciudadana institucionalizada, cuyo sentir debe finalmente interpretar un cuerpo colegiado, con una instancia de reclamación ante un consejo de ministros.

Lamentablemente, dinámicas parecidas a las que se vivieron en este caso se dan muchas veces en todos los niveles, y tecnicismos reemplazan a los debates de fondo respecto a cómo y bajo qué criterios estamos dispuestos a que se invierta en Chile.