La Tercera

Huachipato y ventajas comparativas

Por: Elisa Cabezón y José Antonio Valenzuela

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Recursos Naturales en Chile

Señor director:

Las personas nos ganamos la vida tratando de hacer cosas en las que somos buenos, y evitando tareas en las que no. Lo mismo aplica para los países, en lo que nos referimos comúnmente a «aprovechar las ventajas comparativas». En términos económicos, nos referimos a las actividades en las que nuestros costos de producción (o costos de oportunidad) son menores que los de nuestros competidores.

El cierre de Huachipato, a pesar de la decisión de la Comisión de Distorsiones de aplicar una sobretasa al acero chino, es un recordatorio de que, en un mundo abierto y globalizado, no tiene sentido ir contra la corriente cuando no se es competitivo. Si queremos retomar la ruta del desarrollo económico de Chile, debemos aplicar la noción básica de economía: especializarnos en aquello que somos buenos.

Por desgracia, hemos dejado de enfocarnos en lo que hacemos bien. Tenemos las reservas de litio más baratas de extracción, pero hace más de tres décadas que explotamos las mismas dos faenas; somos el segundo mayor exportador de salmones del mundo, pero hace años que en Chile no se entregan nuevas concesiones de acuicultura; nuestra capacidad generadora de energía renovable ha crecido exponencialmente, pero todos los días se desperdician cantidades enormes de energía por nuestra falta de capacidad de almacenaje y líneas de transmisión.

A las dificultades propias de estas tres áreas se agrega un cuello de botella del que somos conscientes hace años, y que nos impide avanzar en estas y otras áreas debido a nuestros engorrosos e inciertos sistemas de autorizaciones ambientales y sectoriales: la famosa «permisología».

¿Qué estamos haciendo para aprovechar nuestras ventajas comparativas? La Estrategia Nacional del Litio avanza lento, y si este fuera concesible o si entregáramos CEOL a través de licitaciones competitivas, los actores más eficientes participarían de la producción; en acuicultura, un tercio de las solicitudes de concesiones están paralizadas por la Ley Lafkenche, ley con varios problemas en su diseño; en materia de permisos, los proyectos de ley presentados por el gobierno carecen de la ambición necesaria para mover la aguja.

Si queremos romper la inercia y retomar el crecimiento, necesitamos medidas decididas que destraben esas áreas donde están nuestras ventajas comparativas.

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