ANEF:

Señor director:

En mi columna publicada la semana pasada critico las resoluciones de la asamblea extraordinaria de la ANEF, principalmente porque creo que el Estado chileno requiere una reforma profunda para recuperar la valoración de la ciudadanía y responder de manera eficaz a los actuales desafíos sociales, tecnológicos y políticos.

La respuesta del secretario general de la ANEF me genera profunda inquietud. Primero, señala que el sindicalismo sin proyecto político sería funcional al inmovilismo social. Es decir, los sindicatos o apoyan a la izquierda o no pueden existir, porque serían conservadores. No solo eso, su apoyo a la candidata del PC (mismo partido del secretario general, por lo demás) no sería más que el ejercicio de su libertad sindical.

Lo más grave, sin embargo, es que la columna refleja la total falta de reconocimiento de la ANEF como actor principal en la modernización del Estado. Se menciona que ha apoyado todos los cambios que se han propuesto; sin embargo, la realidad es que dicho apoyo, cuando ha existido, ha sido a costa de aumentar la rigidez en los despidos de quienes les fallan a los chilenos y de evitar toda evaluación por mérito.

Si el Estado sigue deslegitimándose a ojos de los ciudadanos, los riesgos de soluciones populistas están a la vuelta de la esquina. ¿Realmente la ANEF no ve su rol central en esta tarea? Ser un muro contra los populismos requiere ser exigente con los propios funcionarios públicos.