El Dínamo

Material catódico en Chile:

un negocio a contrapelo

Por: Joaquín Barañao

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En abril del ‘23 CORFO anunció la adjudicación a BYD, el gigante chino de le electromovilidad, una cuota de 11.244 ton. anuales de carbonato de litio a precio preferente producido por SQM. La empresa comprometió una inversión de US$ 290 millones para levantar una planta de material catódico de litio ferrofosfato, un paso más cerca de las baterías. Ese cariñito en el precio implica que el fisco dejará de recaudar un monto millonario —la porción que habría pagado SQM tras vender a precio de mercado— a cambio de la apuesta de que la planta generará cadenas de valor.

Transcurridos 13 meses, el proyecto apenas ha avanzado. La empresa sostiene que se debe a la lentitud de la gestión gubernamental. El timonel de CORFO retrucó que “nos parecen bastante curiosas las declaraciones, ya que no veo ningún punto en el que estemos faltando”, y añade que no han aceptado ninguno de los 5 terrenos ofrecidos por Bienes Nacionales.

Sin intención de terciar en la disputa, una cosa es clara: ninguno de estos desencuentros estaría obstaculizando el progreso si el litio no estuviese sometido a la restricción absurda que impide concesionarlo y en cambio fuese tratado como todos y cada uno de los otros 117 elementos, tal y como hacen todos los otros países productores.

El objetivo final de BYD no parece ser la elaboración de productos en Chile, un país muy lejano a los centros de elaboración de baterías de Asia y carente de fósforo. El verdadero objetivo parece ser asegurar suministro de litio para su negocio de electromovilidad. Ese es el motivo por el que presentó una de las dos ofertas más agresivas en la licitación de cuotas de minería de litio a fines de Piñera II, un proceso que la Corte Suprema luego derribó. La planta de material catódico es un mecanismo enrevesado para amarrar mineral.

Imagine que la dictadura nunca le hubiese puesto bozal al litio y fuese administrado como todos los demás elementos. BYD habría invertido hace rato mucho más que US$ 290 millones, una cifra más bien modesta para estándares mineros, tal y como los grandes actores han invertido acá decenas de miles de millones desde que el cobre se abrió al mundo con la ley de concesiones mineras. Durante todos esos años BYD habría estado tributando cifras cuantiosas por impuesto corporativo y royalty, con cientos de empleos muy bien pagados asociados. Todo esto se habría logrado sin sacrificio fiscal alguno asociado a la venta de litio a precios preferentes.

Si de añadir valor agregado se trata, el litio concesible facilitaría enormemente que la producción de material catódico surgiera en forma espontánea si acaso es de verdad rentable. Y si no lo es pero como país decidimos que es una apuesta que debemos abordar por otros motivos (no evidente, pero posible) una manera más eficaz de lograrlo es mediante subsidios o exenciones, tal como lo hacemos en áreas como educación o transporte público. Lo que no pinta bien es forzar negocios en que la contraparte entra, por lo visto, con pocas ganas.

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