Ex-Ante

El crecimiento

con demanda interna de Jara

La magia no existe en economía. Las soluciones que suenan fáciles suelen tener efectos de corto plazo, sin mejorar de manera duradera el bienestar de los ciudadanos. Si realmente queremos que Chile supere su bajo crecimiento tendencial del 2%, debemos enfocarnos en facilitar la creación de empleo, incentivar la inversión y elevar la productividad.

Por: Elisa Cabezón

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Un tema que está instalado en el debate presidencial es cómo impulsar el crecimiento de nuestra economía, la que lleva más de diez años estancada. Incluso la candidata del oficialismo, Jeannette Jara, lo menciona como una de sus prioridades, cuando hace cuatro años su partido rechazaba que fuera un tema relevante para el país.

Este giro en el discurso es bienvenido. El problema es que la candidata menciona que uno de los motores del crecimiento debe ser la “demanda interna”, y este mecanismo no permite un crecimiento en el largo plazo.

¿Qué es el crecimiento económico? Es el aumento sostenido en la cantidad de bienes y servicios producidos dentro del país, medido a través del incremento anual del Producto Interno Bruto (PIB).

La producción de un país proviene del trabajo, la inversión y la productividad. Esta última se refiere a lograr producir más con la misma cantidad de empleo e inversión. Estos tres son los factores que explican el crecimiento. Y luego, todo lo producido es consumido o demandado por distintos actores: los hogares chilenos, el gobierno, las empresas o por extranjeros.

La propuesta de Jeannette Jara pretende impulsar la demanda interna, principalmente de los hogares, con incrementos del sueldo mínimo a través de leyes. La lógica de la candidata es la siguiente: el aumento de sueldos por imposición de la ley mejoraría el ingreso de los hogares y así éstos demandarían más bienes y servicios producidos en Chile, resultando en crecimiento y mayor bienestar. Pero esta lógica tiene fallas.

Si los sueldos aumentan sin venir acompañados de mejoras en la productividad laboral, las empresas no podrán pagarlos, dañando la creación de empleos. Menos empleo se traduce en menor producción, y a la vez en menos ingreso para los hogares.

Una solución que las autoridades probablemente estarán tentadas a implementar es ayudar a las empresas que no pueden pagar estos mayores salarios a través de subsidios fiscales. De hecho, esto es lo que se ha hecho desde el 2023 con las fuertes alzas del sueldo mínimo.

¡Problema resuelto! Subimos lo sueldos a través de subsidios para evitar la destrucción de empleos, y los hogares chilenos mejoran sus ingresos y consumo. Pero esta solución tiene fecha de expiración en el corto plazo. El subsidio fiscal puede ayudar a suavizar la destrucción de empleo, pero no garantiza un aumento de éste, ni tampoco aumentará la inversión ni la productividad del país.

Lo que sí hará es seguir presionando la deuda pública que llevamos acumulando hace 16 años y que tendremos que pagar en el futuro, ya sea con mayor carga tributaria, lo que perjudicaría el crecimiento, o recortando algún servicio público futuro a los ciudadanos.

Un gran recordatorio de que impulsar la demanda interna no genera un crecimiento sostenido, es lo ocurrido con los retiros de los fondos previsionales en pandemia. Entre 2020 y 2021, los hogares retiraron cerca de 50.000 millones de dólares de sus ahorros para aumentar su consumo. Esto generó que en el 2021 la economía creciera en un 11%. Sin embargo, el efecto fue corto.

En el 2022 la economía creció apenas un 2,06% y en el 2023 un 0,22%. Dado que el aumento de dinero disponible para gastar no logró incrementar la capacidad de producción de Chile, el incremento de la demanda fue mayor a la oferta generando en una inflación del 12% en el 2022 y 7,6% en el 2023, que le quitó poder de compra a los hogares.

La magia no existe en la economía. Las soluciones que suenan fáciles suelen tener un efecto de corto plazo, sin mejorar el bienestar de los ciudadanos de forma duradera. Si queremos que Chile mejore su crecimiento tendencial del 2%, debemos facilitar la creación de empleos, impulsar la inversión o mejorar la productividad. Reducir la indemnización por años de servicio y hacerla a todo evento, y mejorar el funcionamiento del sistema de evaluación ambiental para hacerlo más ágil y predecible, apuntan en esa dirección.

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