Los trámites excesivos aumentan costos que al final sentimos todos en nuestro bolsillo. Que una dirección de obras municipales tarde años en entregar todos los permisos, por ejemplo, implica no solo una molestia para la empresa inmobiliaria, sino además un encarecimiento en la actividad que al final terminamos pagando todos al momento de comprar una vivienda. Que una gran empresa tarde ocho años en obtener todos sus permisos es no solo un golpe para sus accionistas que no te incumbe en lo más mínimo, sino que lo es además para todos nosotros, que tenemos que pagar más caro por los bienes que estas compañías producen y que tanto necesitamos.